La educación en valores es tan importante
como la adquisición de conocimientos en la escuela, ya que sin una correcta
aplicación de esa información no llegaremos a ser completos y felices. Al
margen de religiones o tendencias políticas, los valores como la sinceridad, el
respeto, la perseverancia, la capacidad de perdonar o la amistad se erigen como
pilares básicos de la sociedad, valores que debemos enseñar a nuestros
pequeños, con los que podrán ser felices y ayudar a ser felices a los demás.
He aquí un recursos
valioso, partiendo de la utilidad de los
cuentos para enseñar cosas nuevas. Precisamente por la facilidad con que se
recuerda la historia principal, y por su importancia como nexo de unión, el cuento
permite acceder fácilmente a los demás detalles; la mayor ventaja educativa,
sin duda ninguna, es la capacidad que tiene un cuento de transmitir valores.
Cuento "El torito Chispa Brava"
Valor Educativo: Autocontrol
Enseñanza: La mejor forma de actuar frente a las
burlas de otros es a través de la indiferencia.
Roque
estaba llorando en el patio. Algunos de sus compañeros se habían estado
metiendo con él, como hacían frecuentemente, y no había nada que le diera más
rabia. Pero por mucho que les dijera, gritara o amenazara, no dejaban de
hacerlo.
Un chico mayor, que lo había visto todo, se acercó y le dijo:
Un chico mayor, que lo había visto todo, se acercó y le dijo:
- Si
quieres que no te vuelva a ocurrir eso, tendrás que llegar a ser como El torito
Chispa Brava. ¿Te cuento su historia?
- ¡Sí!
- Chispa Brava era un toro de lidia que una vez pudo ver una televisión desde el prado. Televisaban una corrida de toros, y al ver cuál iba a ser su final, dedicó el resto de su vida a prepararse para aquel día, el de su corrida. Y no tardó en llegar.
Cuando salió a la plaza, recibió un primer puyazo en el lomo. Era muy doloroso, y sintió cómo su sangre de toro le pedía a gritos venganza. Pero él sabía lo que tenía que hacer, y se quedó inmóvil. Pronto apareció el torero provocándole con su capote al viento y su traje rojo. Volvió a sentir las mismas ganas de clavarle los cuernos bien adentro, pero nuevamente, tragó saliva y siguió quieto. No importó que siguieran tratando de animar al torito con puyas, banderillas y muletas: siguió tan quieto, que al cabo de un rato, toda la plaza estaba silbando y abucheando, hasta que decidieron cambiar de toro, porque resultó el toro más aburrido que se recuerda. Así que Chispa Brava fue devuelto a su prado para seguir viviendo tranquilamente. Y nunca más trataron de torearle, porque todos sabían que claramente no servía para las corridas.
- ¡Sí!
- Chispa Brava era un toro de lidia que una vez pudo ver una televisión desde el prado. Televisaban una corrida de toros, y al ver cuál iba a ser su final, dedicó el resto de su vida a prepararse para aquel día, el de su corrida. Y no tardó en llegar.
Cuando salió a la plaza, recibió un primer puyazo en el lomo. Era muy doloroso, y sintió cómo su sangre de toro le pedía a gritos venganza. Pero él sabía lo que tenía que hacer, y se quedó inmóvil. Pronto apareció el torero provocándole con su capote al viento y su traje rojo. Volvió a sentir las mismas ganas de clavarle los cuernos bien adentro, pero nuevamente, tragó saliva y siguió quieto. No importó que siguieran tratando de animar al torito con puyas, banderillas y muletas: siguió tan quieto, que al cabo de un rato, toda la plaza estaba silbando y abucheando, hasta que decidieron cambiar de toro, porque resultó el toro más aburrido que se recuerda. Así que Chispa Brava fue devuelto a su prado para seguir viviendo tranquilamente. Y nunca más trataron de torearle, porque todos sabían que claramente no servía para las corridas.
- ¿Y
eso que tiene que ver conmigo? - preguntó Roque.
- Pues todo, chico. A Chispa Brava le llevaron a una plaza de toros porque querían divertirse a su costa. Cuanto más hubiera respondido al capote y las banderillas, más se habrían divertido, y no habrían parado hasta terminar la corrida. A ti te pasa lo mismo con esos abusones. Se divierten a tu costa porque ven lo mucho que te enfadas, y eso les hace una gracia macabra. Pero si hicieras como Chispa Brava, y no respondieras a nada, se aburrirían y buscarían a otro, o se irían a hacer algo que les resultase más divertido.
- Pues todo, chico. A Chispa Brava le llevaron a una plaza de toros porque querían divertirse a su costa. Cuanto más hubiera respondido al capote y las banderillas, más se habrían divertido, y no habrían parado hasta terminar la corrida. A ti te pasa lo mismo con esos abusones. Se divierten a tu costa porque ven lo mucho que te enfadas, y eso les hace una gracia macabra. Pero si hicieras como Chispa Brava, y no respondieras a nada, se aburrirían y buscarían a otro, o se irían a hacer algo que les resultase más divertido.
Roque
no terminaba de creérselo. Pero en los días siguientes trató de hacer caso a
aquel chico mayor. Le costó mucho hacerse el indiferente las primeras veces que
se reían de él, pero no fueron muchas, porque todo resultó como había dicho el
chico, y en unos pocos días, los abusones habían encontrado cosas más
divertidas que hacer que meterse con Roque.
Cuento "El
origen de la felicidad"
Valor
Educativo: Caridad,
bondad
Enseñanza: Explicar de forma comprensible para los
niños la alegría y satisfacción que dan las buenas acciones.
Había
una vez una niña que era muy feliz, , aunque no tenía muchos juguetes ni dinero. Ella decía que lo que le hacía feliz era hacer cosas por los demás, y que eso le
daba una sensación genial en su interior. Pero realmente nadie le creía, y
pensaban que no andaba muy bien de la cabeza. Dedicaba todo el día a ayudar a
los demás, a dar limosna y ayuda a los más pobres, a cuidar de los animales, y
raras veces hacía nada para sí mismo.
Un día conoció a un famoso médico al que extrañó tanto su caso, que decidió investigarla, y con un complejo sistema de cámaras y tubos, pudo grabar lo que ocurría en su interior. Lo que descubrieron fue sorprendente: cada vez que hacía algo bueno, un millar de angelitos diminutos aparecían para hacerle cosquillas justo en el corazón.
Aquello explicó la felicidad de la niña, pero el médico siguió estudiando hasta descubrir que todos tenemos ese millar de angelitos en nuestro interior. La pena es que como hacemos tan pocas cosas buenas, andan todos aburridos haciendo el vago.
Un día conoció a un famoso médico al que extrañó tanto su caso, que decidió investigarla, y con un complejo sistema de cámaras y tubos, pudo grabar lo que ocurría en su interior. Lo que descubrieron fue sorprendente: cada vez que hacía algo bueno, un millar de angelitos diminutos aparecían para hacerle cosquillas justo en el corazón.
Aquello explicó la felicidad de la niña, pero el médico siguió estudiando hasta descubrir que todos tenemos ese millar de angelitos en nuestro interior. La pena es que como hacemos tan pocas cosas buenas, andan todos aburridos haciendo el vago.
Y así se descubrió en qué consiste la felicidad, y gracias a esa niña todos
sabemos qué hay que hacer para llegar a sentir cosquillitas.
Cuento "Lío
en la clase de ciencias"
Valor
Educativo: Paciencia,
tranquilidad
Enseñanza: Perder los papeles y enfadarse nos impide
actuar con inteligencia y claridad.
En
profesor de ciencias, Don Estudiete,
había pedido a sus alumnos que estudiaran algún animal, hicieran una pequeña
redacción, y contaran sus conclusiones al resto de la clase. Unos hablaron de
los perros, otros de los caballos o los peces, pero el descubrimiento más
interesante fue el de la pequeña Sofía:
- He
descubierto que las moscas son unas gruñonas histéricas - dijo segurísima
Todos
sonrieron, esperando que continuara. Entonces Sofía siguió contando:
- Estuve observado una mosca en mi casa durante dos horas. Cuando volaba tranquilamente, todo iba bien, pero en cuanto encontraba algún cristal, la mosca empezaba a zumbar. Siempre había creído que ese ruido lo hacían con las alas, pero no. Con los prismáticos de mi papá miré de cerca y vi que lo que hacía era gruñir y protestar: se ponía tan histérica, que era incapaz de cruzar una ventana, y se daba de golpes una y otra vez; pom!, pom!, pom!. Si sólo hubiera mirado a la mariposa que pasaba a su lado, habría visto que había un hueco en la ventana... la mariposa incluso trató de hablarle y ayudarle, pero nada, allí seguía protestando y gruñendo.
Don Estudiete les explicó divertido que aquella forma de actuar no tenía tanto que ver con los enfados, sino que era un ejemplo de los distintos niveles de inteligencia y reflexión que tenían los animales, y acordaron llevar al día siguiente una lista con los animales ordenados por su nivel de inteligencia...
- Estuve observado una mosca en mi casa durante dos horas. Cuando volaba tranquilamente, todo iba bien, pero en cuanto encontraba algún cristal, la mosca empezaba a zumbar. Siempre había creído que ese ruido lo hacían con las alas, pero no. Con los prismáticos de mi papá miré de cerca y vi que lo que hacía era gruñir y protestar: se ponía tan histérica, que era incapaz de cruzar una ventana, y se daba de golpes una y otra vez; pom!, pom!, pom!. Si sólo hubiera mirado a la mariposa que pasaba a su lado, habría visto que había un hueco en la ventana... la mariposa incluso trató de hablarle y ayudarle, pero nada, allí seguía protestando y gruñendo.
Don Estudiete les explicó divertido que aquella forma de actuar no tenía tanto que ver con los enfados, sino que era un ejemplo de los distintos niveles de inteligencia y reflexión que tenían los animales, y acordaron llevar al día siguiente una lista con los animales ordenados por su nivel de inteligencia...
Y así
fue como se armó el gran lío de la clase de ciencias, cuando un montón de papás
protestaron porque sus hijos.. ¡¡les habían puesto entre los menos inteligentes
de los animales!! según los niños, porque no hacían más que protestar, y no
escuchaban a nadie.
Y
aunque Don Estudiete tuvo
que hacer muchas aclaraciones y calmar unos cuantos padres, aquello sirvió para
que algunos se dieran cuenta de que por muy listos que fueran, muchas veces se
comportaban de forma bastante poco inteligente.
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